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El fracaso de la política forestal de Peña Nieto


Aristegui Noticias. Hace poco más de dos años, en julio de 2016, durante la celebración del Día Mundial del Árbol, el presidente Peña Nieto estuvo en el municipio de Nanacamilpa, en Tlaxcala, acompañado por el secretario de Medio Ambiente, Rafael Pacchiano, el director de la Comisión Nacional Forestal, el director de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, el procurador de Medio Ambiente, la secretario de Desarrollo Social y el secretario de la Defensa Nacional, entre muchos otros funcionarios que llegaron a bordo de siete helicópteros de las fuerzas armadas, además de varias camionetas blindadas.

El motivo del evento, que prohibió la entrada a varios campesinos del lugar, era dar por inaugurada la campaña de reforestación de aquel año, y en su discurso tanto el presidente como el secretario de Medio Ambiente afirmaron que a diferencia de la gran mortalidad de arbolitos que ocurría en el pasado, ahora sí la campaña nacional de reforestación tendría éxito, y que cuando menos un setenta por ciento de los millones de arbolitos que se plantarían en su administración sobrevivirían. En ese paraje tlaxcalteca, los secretarios, el gobernador y el mismo presidente, junto con personal de la Comisión Nacional Forestal, incluyendo a todos sus gerentes, plantaron cerca de quinientos arbolitos (y dejaron otros quinientos tirados en sus bolsitas).

Pude constatar personalmente que dos años después, en noviembre de 2018, de los quinientos que se sembraron, quedan cincuenta arbolitos vivos (una sobrevivencia del 10%), y es muy dudoso que más de diez (2%) lleguen a ser árboles adultos. Si bien un paraje no puede ser tomado como una muestra estadísticamente representativa de lo que ocurre en el resto del país, sin duda la vergonzosa tasa de sobrevivencia de la campaña de reforestación instrumentada en Nanacamilpa es un claro símbolo del rotundo fracaso de la política forestal de la administración que fenece.

Mucho más grave es el hecho de que la pérdida anual de cobertura forestal en el país durante la presente administración se ha duplicado respecto la que había en el año 2000, y está creciendo exponencialmente. La plataforma mundial conocida como Observatorio Global Forestal (GFW), utilizando el prestigioso modelo de Hansen, reporta para 2017 una pérdida de cobertura forestal de 299 mil hectáreas, mientras que en el año 2000 la pérdida era de 158 mil hectáreas. El modelo estadístico que mejor describe esta pérdida es un modelo exponencial, por lo que se puede afirmar con fundamento estadístico y las referencias globalmente más reconocidas, que la pérdida de bosques y selvas en México está creciendo de manera exponencial.

La administración de Peña Nieto comprometió internacionalmente que se alcanzaría una tasa neta de deforestación de 0% para el 2025, sin embargo, de mantenerse la tendencia actual, para ese año, lejos de disminuir tendremos una pérdida de cobertura forestal superior a las cuatrocientas mil hectáreas anuales, principalmente por causa de la agricultura y ganadería no sustentable, además de las actividades mineras y energéticas promovidas desde el propio gobierno federal. El estado con mayor pérdida de cobertura forestal durante los últimos seis años ha sido Chiapas, donde al igual que en su vecino Campeche, se pierde la cobertura en más de dos mil hectáreas CADA SEMANA (cerca de 120 mil hectáreas al año en cada uno de esos dos estados). Chiapas es también uno de los estados que más subsidios forestales recibió en el sexenio, y el único gobernado por el Partido Verde, mismo partido al que pertenece el Secretario de Medio Ambiente de Peña Nieto.

Aquí es necesario hacer un paréntesis para alertar sobre la muy posible asignación de la presidencia de la Comisión de Medio Ambiente del Senado precisamente al gobernador senador Manuel Velasco, cuya gestión como gobernador es la peor evaluada en términos forestales.

Es importante resaltar que el programa de reforestación y restauración forestal es al que se destinó la mayor cantidad de recursos del sector forestal (45% del presupuesto), por lo que un fracaso en ese programa es un fracaso en la política forestal. Durante décadas las organizaciones de la sociedad civil, académicos y productores han señalado que el enfoque de sembrar arbolitos frenética y demagógicamente, sin una visión territorial, sin generar capacidades ni fortalecer la gobernanza, sin instalar infraestructura, sin establecer esquemas efectivos de financiamiento, combatir la ilegalidad y desarrollar mercados para los productos forestales, sin incluir a las mujeres y a los jóvenes, es un enfoque destinado al fracaso.

Sembrar arbolitos se ve bien, llena las urnas y los bolsillos de los políticos, pero no siempre es lo que los bosques requieren. Para que el proyecto de un millón de hectáreas de árboles frutales y maderables propuesto por Andrés Manuel López Obrador tenga éxito, es indispensable que se entiendan y corrijan los motivos por los que estos proyectos han fracasado histórica y rotundamente. Otro de los programas estrella de la administración peñista en el rubro forestal era el Programa Nacional de Intensificación Productiva Forestal, Enaipros.

En congruencia con lo que establecía el Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018, en el marco del Programa Sectorial de Medio Ambiente y Recursos Naturales y del Programa Nacional Forestal (PRONAFOR), el gobierno federal instauró una loable política nacional de reactivación de la producción forestal, cuya meta principal era incrementar en un 86 por ciento la producción maderable del país para el año 2018. Para alcanzar esta meta y, en general, aumentar la producción forestal maderable y no maderable, se diseñó la Estrategia Nacional de Manejo Forestal Sustentable para el Incremento de la Producción y Productividad 2013-2018, mejor conocida como “Enaipros”.

La Enaipros se planteó el objetivo de promover el aprovechamiento sustentable de los recursos forestales a través de la organización y fortalecimiento de los productores, la aplicación de técnicas silvícolas apropiadas y estrategias de modernización, financiamiento y comercialización que permitieran incrementar la producción, conservar la biodiversidad y mejorar las condiciones de vida de los dueños y poseedores de los recursos y de la población de las regiones forestales productoras del país.

La primera de las metas de la Enaipros consistía en el establecimiento de 750 empresas forestales comunitarias. De acuerdo a la información proporcionada por la Gerencia de Producción y Productividad de la Conafor, al 2017 sólo se habían establecido 259 empresas, lo que significa tan solo un 34% respecto a la meta comprometida. Este resultado corrobora que el manejo forestal comunitario ha sido gravemente menospreciado en la instrumentación de la política. Cabe señalar que en los estados de Chiapas y Campeche, donde se concentra la mayor cantidad de los subsidios, sólo se establecieron tres empresas forestales comunitarias (una en Chiapas y dos en Campeche) con sistema de control documentado en todo el periodo (2013- 2017).

En cuanto a la segunda meta, incorporar o reincorporar 4.6 millones de hectáreas al manejo técnico con criterios de optimización de la capacidad productiva, conservación de la biodiversidad y ordenación forestal, la situación no es mucho mejor. La superficie efectivamente autorizada por la Semarnat a lo largo del sexenio, según los anuarios estadísticos forestales es de 2,528,593 hectáreas. El indicador llevaba un avance de 55% de cumplimiento al 2016, y la proyección al 2018 nos llevaría, en el mejor de los casos, a un cumplimiento del 70% de la meta. Es de notar que el gobierno federal ha sido omiso en la publicación de los resultados de la política forestal para el año 2017, que debería estar disponible desde hace meses y que hasta noviembre de 2018 no ha sido publicada.

Una meta que es muy relevante para evaluar el resultado de la Enaipros, es el esperado incremento en la producción maderable, de 5.9 a 11 millones de metros cúbicos anuales. El anuario estadístico forestal presenta la siguiente gráfica:

Como puede observarse en la gráfica, la producción maderable (legal) se mantuvo durante todo el sexenio entre 5.7 y 6.7 millones de metros cúbicos, con un promedio de 6.13 millones de metros cúbicos de madera en rollo por año. Tomando en cuenta la última medición, y la más elevada del sexenio, la correspondiente a 2016, la producción no sólo no ha aumentado significativamente, sino que se encuentra trescientos mil metros cúbicos por debajo de la medición de diez años atrás. El porcentaje de incremento del volumen anual en el presente sexenio, de seis millones que hubo en el 2013, a 6.7 millones en el 2016 fue de 10.5%.

Según el monitoreo de Coneval, el avance al 2015 era de sólo un 4.9 %. De mantenerse la tendencia registrada oficialmente en el presente sexenio, la meta de once millones de metros cúbicos por año que la administración actual se planteó para el 2018, se cumpliría en el año 2034. Puede concluirse que el programa estrella de la administración de Peña Nieto en materia forestal, la Enaipros, fue un rotundo fracaso, si bien se generaron experiencias muy interesantes en estados como Chihuahua.

Otra meta que se había planteado la Conafor era la de acrecentar la superficie forestal certificada a 2.5 millones de hectáreas, considerando tanto la superficie certificada bajo la Norma Mexicana de Certificación, como el estándar internacional FSC de buen manejo forestal. La primera sumaba en septiembre de 2017 un total de 935,640 hectáreas, mientras que la segunda, la superficie certificada mediante los principios y criterios internacionales del FSC era en esa fecha de 648,010 hectáreas, según datos de la Conafor.

El cumplimiento de la meta para finales del 2017 era de 63%. Es necesario señalar que las Auditorías Técnicas Preventivas que gestiona la Conafor no son consideradas por la propia Conafor como un sistema de certificación, sino tan solo ‘una evaluación voluntaria que promueve el cumplimiento de lo establecido en los programas de manejo’, por lo que no consideramos acertado incluirlas en la evaluación del indicador respectivo. Sin embargo, en sus cuentas alegres, la Conafor incluye estas auditorías, por lo que el valor se infla significativamente.

El indicador que pretende dar cuenta del incremento a 1.14 millones de hectáreas bajo manejo forestal ejecutando acciones de intensificación de la silvicultura y prácticas para la conservación de la biodiversidad, mide la superficie que es apoyada por la Conafor para la realización de prácticas de cultivo en aprovechamiento maderable y de manejo para la conservación de la biodiversidad. El total de hectáreas apoyadas del 2013 al 2017 fue de 566,668 hectáreas, lo que representa un 49 por ciento de la meta. Sin embargo, este dato debe ser tomado con reserva, ya que no es claro cuál era la línea base en el 2012.

En conclusión, respecto al cumplimiento de las metas de la Enaipros relativas al desarrollo forestal, para la mayoría de las metas oscila en torno a un cincuenta por ciento de lo comprometido. Sólo una meta fue superada, la de establecimiento de proyectos de innovación tecnológica o modernización industrial, aunque aún es necesario analizar si realmente el destino de los 333 proyectos apoyados para innovación y modernización se concretó en resultados efectivos. En Nanacamilpa vimos uno de esos proyectos, para la producción de carbón, abandonado desde el momento mismo en que el presidente lo puso en marcha hace dos años. Pregunté a algunos ejidatarios sobre la causa del abandono de este proyecto, y la respuesta que obtuve es que sólo llegaron unos camiones y bajaron los hornos para el carbón, sin haberse realizado estudios, capacitación o cualquier tipo de seguimiento.

Una fuente importante para la evaluación de la Enaipros es el monitoreo del Programa Nacional Forestal que realiza el Coneval.

Según los datos de Coneval, el indicador de tasa de variación de la producción forestal maderable se encuentra en la categoría de ‘rezagado’, con un valor de cumplimiento menor al siete por ciento. También registró como rezagado el indicador del porcentaje del valor de la producción forestal obtenida a través del manejo forestal sustentable, porcentaje que históricamente es tan sólo de 31% (es decir, que el 69% del valor de la producción forestal se obtiene mediante métodos distintos al manejo sustentable). El indicador mide el incremento de ese valor (lo obtenido mediante manejo forestal sustentable), incremento que en el presente sexenio es prácticamente CERO, según Coneval.

Los otros indicadores que presentan estado de ‘rezagados’ o ‘muy rezagados’ según el Coneval, son el de superficie conservada mediante pago de servicios ambientales, que al 2015 había sufrido un retroceso de – 37 %, también según el Coneval. El otro indicador es el de incremento en el volumen de emisiones evitadas por reducción de la deforestación y degradación forestal, para lo cual el Coneval reportó un avance de CERO por ciento.

Para la evaluación de la estrategia sería muy conveniente poder consultar el Sistema Nacional de Monitoreo y Evaluación de la Enaipros, sin embargo, y de manera sorprendente, este sistema es prácticamente secreto, y no se puede consultar por personal externo a la Conafor.

El manejo forestal comunitario demostró en el pasado ser una opción viable de desarrollo y bienestar. El presupuesto destinado al manejo forestal comunitario se ha reducido hasta llegar a tan solo un 5% del total del presupuesto forestal, y de continuar con la tendencia actual, desaparecería en dos años. La administración de Peña Nieto desapareció de la Conafor la gerencia de silvicultura comunitaria, mostrando el poco interés de la presente administración en el manejo comunitario, situación que debe ser revertida por el nuevo gobierno, ya que el manejo forestal comunitario tiene el potencial de mejorar la condición de los bosques y selvas, contribuir al desarrollo económico de los territorios rurales, y contribuir significativamente a la provisión de bienes y servicios ambientales.

Un sector que sí resultó beneficiado con la política forestal fue el de los plantadores forestales privados, que pese a que producen menos del cinco por ciento del volumen de madera y materias primas forestales, obtuvieron más del doble de recursos que los destinados a las comunidades.

Otro de los asuntos que es importante señalar para explicar los resultados de la política forestal es el de la corrupción, tanto por motivos político electorales como por simple negocio privado de los funcionarios públicos. A lo largo del sexenio pudo observarse una tendencia significativa y sistemática de asignar el presupuesto forestal en los estados en donde había elecciones, independientemente de criterios ambientales y forestales, y en casos extremos, como en el caso de las elecciones para gobernador en el Estado de México, desplegar a todo el equipo y capacidad de la Comisión Nacional Forestal a municipios y regiones Mexiquenses para favorecer el voto del candidato del partido gobernante. Como premio, quien fuera Director Forestal durante los primeros cinco años del sexenio, fue nombrado Secretario de Medio Ambiente en el Estado de México, expandiendo transexenalmente su periodo como funcionario público, pese a los magros resultados alcanzados en su primer encargo. En cuanto al segundo rubro, basta señalar que un solo contratista, amigo cercano al director forestal, obtuvo obscuros contratos por casi quinientos millones de pesos para hacer copy paste de los inventarios forestales estatales.

En resumen: Durante la administración de Peña Nieto se duplicó la pérdida de la cobertura forestal, se estancó la producción forestal, el programa de reforestación y restauración forestal tuvo pobres resultados, imperó la corrupción, se propició la ilegalidad en los mercados forestales tanto nacionales como en la importación y exportación, se redujo drásticamente el presupuesto para bosques y selvas a una tercera parte y se redujo, también drásticamente, el fomento al manejo forestal comunitario.

Por el lado positivo, se logró una nueva ley forestal que pese a tener errores que ameritan corrección urgente, presenta avances significativos, como el enfoque ecosistémico, el manejo forestal comunitario y las bases para el cumplimiento de salvaguardas sociales y ambientales.

Andrés Manuel ha nombrado al ingeniero León Jorge Castaños para encabezar la Comisión Nacional Forestal. Es un personaje de mucho prestigio y a quien se le reconoce una gran experiencia. Si la política forestal encabezada por León Jorge logra una real sinergia y articulación con la Secretaría de Agricultura, con la Comisión Nacional del Agua, con la Secretaría de Bienestar Social, si se fomenta un enfoque territorial y un apoyo decidido a las comunidades para el manejo forestal comunitario, si se logra combatir y revertir la ilegalidad en la producción e importación de productos forestales, si se fomenta efectivamente la participación de mujeres y jóvenes en las actividades relacionadas con el territorio forestal, y si se logra erigir los criterios ambientales y forestales por encima de los intereses de empresas mineras, energéticas y de agricultura tecnificada, es muy probable que se pueda revertir el fracaso de la política forestal de Peña Nieto.


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