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Una caminata por los bosques de México


¿Qué pensaría si le dijera que un grupo de 260 personas en México ha tenido durante 40 años un billete ganador de la lotería y que se negó a cobrarlo? De cierta forma, esto fue lo que pasó en Jalapa del Valle, un pueblo situado en las montañas, al oeste de la ciudad de Oaxaca, en el sur de México. En este caso, el pago en efectivo provendría de la cosecha de la valiosa madera del bosque que ha sido conservado. La comunidad pudo simplemente haber talado los árboles y vendido la madera, o pudo haberles pedido a personas de otro lugar que lo hicieran. Jalapa del Valle es el hogar de bosques de pino y encino, que aún se mantienen gracias a las acciones que líderes comunitarios emprendieron hace 45 años. En el año 1972, la asamblea de 260 miembros del ejido (tierras propiedad de la comunidad que también las gobierna) prohibió el corte de la madera. A pesar de que las personas contaban para encender la leña y el carbón, así como la venta de madera a terceros. Hasta ese momento no había control sobre la tala de árboles, que estaba acabando con el bosque. La comunidad organizó comités de flora y fauna, construyó puestos de observación y casetas de seguridad y estableció patrullas para prevenir la caza furtiva, las invasiones y la explotación forestal ilegal. La comunidad realizó todo el trabajo con base en el concepto tradicional de tequio o acción voluntaria de la comunidad. También solicitó ayuda de programas nacionales y recibió financiamiento para la conservación de un programa dirigido por la Comisión Nacional Forestal de México, como pago por los servicios ambientales. El bosque ha estado en recuperación durante décadas y se ha regenerado. Sin embargo, si no se continúa con una planificación y administración cuidadosa, el bosque podría estar de nuevo en riesgo. Pestes y plagas como la del barrenador se pueden propagar con facilidad si no se controlan. Asimismo, los árboles muertos y viejos presentan riesgo para incendios forestales. Esto pone en peligro el tiempo y esfuerzo que la comunidad ha invertido en el cuidado del bosque durante todos estos años. Es por esto que ahora se embarcan en las etapas iniciales del manejo forestal comunitario.

Beneficios de la silvicultura comunitaria A lo largo de casi cuatro décadas, organizaciones mexicanas de base incipientes desempeñaron un papel importante para determinar la manera en que se utilizan los bosques del país. En la década de los 80, organizaciones de base incipientes se movilizaron para abogar por una gestión de recursos dirigida por la comunidad y, luego de las decisivas reformas legislativas de 1986, comenzaron a recuperar la gestión de sus bosques de intereses externos que recibieron concesiones para explotarlos. En la actualidad, cerca del 70 por ciento de las tierras forestales del país están en manos de comunidades locales. El exrepresentante de la Fundación Interamericana (Inter-American Foundation, IAF) David Bray escribió sobre el caso único de los bosques de México, en el año 1991, en la revista de la IAF Grassroots Development (Desarrollo de Base). Por lo general, las personas que viven en los bosques se encargan de administrarlos y sus acciones tienen beneficios sociales y ambientales. El Instituto de Recursos Mundiales (Global Forest Watch) señala que las comunidades forestales y sus empresas ayudan a disminuir la deforestación, conservar la biodiversidad, reducir la incidencia de incendios, crear oportunidades de empleo y generar ingresos para los residentes. Los beneficios sociales y ecológicos que surgen de la administración local de los bosques y la forma en que esos beneficios aumentan en las comunidades, ofrecen una ventana hacia la creación de la capital social. Es clara la importancia del desarrollo de base y del trabajo de la IAF. Trazar el camino hacia el futuro El ejido de Jalapa del Valle planifica sus próximos pasos con diligencia. Aseguró una alianza con los socios donatarios de la IAF, Estudios Rurales y Asesoría Campesina, A.C. (ERAC), para que les aporte asesoramiento sobre las mejores prácticas y la planificación. Así mismo, colabora con Asesoría Aplicada a Bosques e Investigación Especializada para la Silvicultura, A.C. para ayudar a los técnicos forestales a elaborar un mapa del bosque, hacer un inventario de las especies e identificar las áreas de extracción de madera y los árboles que deban eliminarse. Esta labor va más allá de la conservación, pues apoya los medios de vida sostenibles y ofrece mejores ingresos a los mexicanos de áreas rurales. Como en otras comunidades, Jalapa del Valle está considerando establecer empresas forestales para explotar sus recursos maderables de forma sostenible. ERAC utiliza la donación de la IAF para ayudarlos a analizar opciones para las empresas viables y para comunicarse con las organizaciones de base incipientes que se comprometen con los esfuerzos similares. A diferencia de la gestión forestal industrial, la cual está destinada a producir materia prima y obtener ganancias, la gestión forestal comunitaria y sus empresas forestales asociadas generan beneficios sociales como el empleo local y la inversión de los beneficios en las comunidades para una mejor salud, educación y servicios sanitarios. Para generar ingresos del ecoturismo, el ejido creó senderos y recibe a visitantes y grupos escolares. Asimismo, planea profesionalizar sus operaciones, procesar la madera y espera en última instancia vender productos con valor agregado como muebles y material para pisos. Desde el año 1972, los miembros del ejido de Jalapa del Valle han demostrado su paciencia y previsión. En la actualidad, el ejido busca demostrar sus habilidades organizativas y capacidades empresariales para mantener su éxito y garantizar que el salir adelante económicamente va de la mano con los objetivos sociales y ambientales.


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